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lunes, 10 de enero de 2011

LA FAUNA DE LA COMARCA DE OROPESA Y EL DESARROLLO RURAL

Artículo redactado por D. Jose Luis Yela García, Profesor Titular de Zoología de la UCLM.

Aunque los europeos apenas seamos conscientes de ello, la biodiversidad que mantiene actualmente Europa está muy mermada respecto de la que debió mantener antes del último periodo glacial, es decir, antes de que los humanos actuales colonizáramos el continente y empezáramos a someterlo a una presión incesante y en aumento. Según todos los indicios, la oleada de extinciones comenzó en el Neolítico, y estuvo relacionada tanto con la sedentarización de los grupos humanos como con los efectos devastadores del fuego provocado por éstos. A partir del siglo XVIII, con la revolución industrial, aumentó enormemente la presión sobre el medio natural, de manera que aunque se tenga constancia de pocas extinciones de especies en Europa, las poblaciones de las que quedaban han sufrido declives muy acusados y muchas poblaciones locales han desaparecido. En este contexto, la inmensa mayor parte de los organismos que nos podemos encontrar hoy día por los campos del centro de la Península Ibérica, como por ejemplo en los alrededores de Oropesa, son “los que quedan”, y la mayor parte depende en algún grado de la presencia humana y de los usos que hemos venido haciendo del entorno. Durante las últimas décadas, el declive y la extinción local de las poblaciones silvestres han ido aparejados a la enorme intensificación de las prácticas agropecuarias y forestales. Actualmente, sin embargo, se empieza a tomar conciencia del grave problema que conlleva el empobrecimiento del medio natural, y se están proponiendo mecanismos legales y administrativos que favorezcan un uso sostenible, a largo plazo, del medio, a la vez que se trata de proteger la vida silvestre de la forma más eficaz posible. Entre estos mecanismos están las llamadas Agendas 21 locales o la recientemente aprobada ley para el desarrollo sostenible del medio rural. Ambos marcos podrían suponer buenas herramientas para la conservación de los recursos naturales y su uso razonable, siempre y cuando se utilizasen con sensatez y se aplicaran con rigor, cosa que actualmente apenas ocurre en casos muy contados.

Para ilustrar someramente la dependencia de las especies animales de las actividades humanas en un área como la que ocupa Oropesa, y reflexionar brevemente sobre su persistencia, podemos hacer un ejercicio sencillo. Podemos clasificarlas en tres grupos en relación con la dependencia de cada especie de la presencia humana. Vamos a usar solo las especies de aves y de mamíferos que han sido censadas fehacientemente de los alrededores de Oropesa, dado que estos dos grupos están muchísimo mejor conocidos y sus especies integrantes pueden ser reconocidas con facilidad por cualquier observador. La lista podría complementarse con datos de la bibliografía, pero no es el objetivo dado que solo trato de hacer una reflexión sencilla, aunque rigurosa y comprometida.

En primer lugar, podemos reconocer un grupo de especies muy directamente vinculadas a las actividades humanas tradicionales, cuya persistencia podría verse comprometida de desaparecer los humanos. Algunas de ellas pueden haberse visto beneficiadas por las actividades intensivas de las últimas décadas (por alimentarse de residuos, ser más resistentes que otras a la degradación del paisaje o a productos agroquímicos, etc.), pero otras pueden estar amenazadas por la intensificación creciente de las actividades agropecuarias y forestales. En segundo lugar, podemos reconocer otro grupo de especies vinculadas indirectamente (o menos directamente) a las actividades humanas, de forma que su persistencia no se vería probablemente comprometida de desaparecer los humanos, pero que son vulnerables a los cambios de uso del espacio. En tercer lugar, podríamos considerar aquellas especies vinculadas a los espacios menos humanizados, menos dependientes de las actividades humanas, pero amenazadas por la presión humana sobre los espacios naturales que quedan en relativo buen estado (o directamente sobre ellas mismas). Además, habría que tener en cuenta un cuarto grupo de especies, aquellas que han sido introducidas durante los dos últimos siglos con fines cinegéticos, que se han asilvestrado pero cuya dependencia de los humanos no está suficientemente bien comprendida. Es necesario recalcar que la caracterización de algunas especies es complicada, como ocurre siempre que se quiere describir mediante categorías un fenómeno natural que en realidad es continuo, más que discreto. Por ejemplo, la gineta fue probablemente introducida, pero hace tanto tiempo (unos mil años) que está completamente asilvestrada desde tiempo inmemorial y forma parte importante del paisaje natural. En cualquier caso, los resultados de este ejercicio se recogen en la tabla que sigue:

Grupo 1: Cernícalo primilla, cigüeña blanca, vencejo común, golondrina común, gorrión común.

Grupo 2: Cernícalo vulgar, aguilucho pálido, milano negro, milano real, mochuelo, autillo, lechuza común, alondra, petirrojo, paloma torcaz, perdiz, tejón, jabalí, ciervo, liebre, conejo, erizo común, zorro.

Grupo 3: Azor, águila perdicera, águila culebrera, águila imperial, águila real, búho chico, búho real, buitre leonado, cigüeña negra, garza real, grulla, zorzal común, gato montés, gineta, garduña, hurón, lirón careto.

Grupo 4: Faisán, gamo.

El grado de amenaza de las actividades humanas de tipo intensivo sobre estos animales es muy dispar. Por ejemplo, dentro del grupo 1, el cernícalo primilla es especialmente vulnerable, pero al resto de las especies parece favorecerles de una forma u otra la creciente presión humana sobre el medio. Esto es así porque algunas especies dependen de manera crítica del mantenimiento de un rango concreto de condiciones, mientras que otras son más tolerantes y pueden beneficiarse de menores tasas de competencia por parte de otras especies que están en declive o que desaparecen localmente. Dentro del grupo 2, los milanos han sufrido especialmente la intensificación de los usos agrícolas, mientras que por ejemplo los ciervos han resultado muy beneficiados por los manejos humanos (por ser especie cinegética, pero su proliferación desmesurada pone en peligro en ocasiones la regeneración de la vegetación, de manera que el ciervo se ha convertido en plaga en ciertas zonas).

En definitiva, este breve ejercicio ilustra de manera muy elemental pero clara que es muy importante tener un conocimiento más o menos detallado del funcionamiento local del conjunto de los organismos para poder decidir razonablemente bien qué tipo de gestión es más adecuado. Y el tipo de gestión debe considerar el conjunto de las partes, no focalizarse sobre algunas piezas del conjunto: la persistencia de muchos organismos depende de la de otros, y en realidad es mucho más importante comprender y gestionar correctamente las relaciones entre el conjunto de las especies de una zona para lograr que las diferentes componentes puedan persistir que no poner el énfasis en alguna de ellas. Por poner un ejemplo muy elocuente: es indispensable gestionar correctamente la vegetación de una localidad para que las abejas puedan persistir y realizar su función polinizadora adecuadamente. Ninguna especie funciona aisladamente, y la conservación de los recursos naturales pasa por entender el funcionamiento conjunto y por la gestión de conjunto, lo que hoy día se denomina gestión integrada. Para lograr buenos planes de gestión integrada, que contribuyan a la sostenibilidad social, económica y ambiental, es fundamental la aplicación rigurosa de las nuevas herramientas administrativas y legales como las que se han mencionado al principio.